miércoles, 21 de marzo de 2012

Aborto Terapéutico: Mio cuerpo es mío, yo decido.

Nuevamente se postergó en el senado la votación sobre la "posibilidad" de legislar sobre la ley de aborto terapéutico en Chile. Y la razón es clara: fundamentos ideológicos, doctrina religiosa, dogmas judeocristianos.


Chile tuvo hasta el año 1989 una ley de aborto terapéutico que funcionó sin problemas durante largos años. En Chile, durante la primera mitad del siglo XX las mujeres no teníamos derecho a votar, pero si teníamos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

Sin embargo en el año 1989 la junta militar de una de las dictaduras más crueles de América Latina, decidió que las mujeres ya no podría decidir sobre sus cuerpos y sería el Estado quien decidiera que la vida de un no nato (que tiene protección legal) fuera más importante que el de ellas, quienes son sujetos de derechos y además de derechos humanos.

Llama la atención, sin embargo, que quienes derogaron la ley de aborto terapéutico en el año 1989 y que 23 años más tarde insistan en la "defensa de la vida del que no ha nacido", sean los mismos que secuestraron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a miles de personas en Chile y sean los mismos que hicieron caso omiso a las violaciones de las mujeres detenidas políticamente y los mismos que las torturaron hasta la muerte, incluso aquellas que estaban embarazas.

Chile firmó, en el año 1988, tras una intensa presión internacional, la convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, adoptados por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en el año 1984. Diez años más tarde, en 1998 promulga la  convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, denominada "Convención de Belem do Pará".   

Sin embargo y a pesar de todo lo anterior, hoy en Chile, una mujer no es dueña de su cuerpo. 

Si una mujer decide no abortar está en su derecho, pero si una mujer quiere abortar porque su vida está en peligro o su bebé nacerá muerto cuando sea el parto, el Estado Chileno TIENE LA OBLIGACIÓN de legislar al respecto e impedir que esa mujer sea torturada sistemáticamente durante los meses que dure su embarazo. 


Este es un tema de salud pública, pero también es un tema de profunda inequidad social. Las mujeres pobres son las que mueren o aquellas que van a la cárcel por abortar clandestinamente, no así las mujeres que tienen recursos y que pueden salir del país o pagar una clínica privada. 
La Educación en Chile está escasamente cerca de ser un aporte real a la democratización de los roles de género y la equidad social. Ejemplo claro son las dificultades que ha debido enfrentar el Magisterio de Educación para incorporar en sus planes académicos la educación sexual en todos los niveles escolares.
Ni siquiera podemos ver en televisión publicidad sobre preservativos o cualquier método anticonceptivo que incentive una sexualidad libre, segura y democrática. La Iglesia Católica y los sectores más reaccionarios de la sociedad chilena, se han opuesto de forma radical a generar una discusión ciudadana sobre una realidad que debe ser enfrentada por todos/as.

En nuestro país muchas mujeres no solamente no son libres de decidir sobre sus cuerpos, sino que además no son libres de decidir sobre su sexualidad. Muchas mujeres son violadas por sus esposos y no pueden decidir cuando tener sexo, porque son golpeadas e incluso asesinadas.
Asimismo muchas mujeres son cristianas, pero no Cristo, y no todas ellas quieren cargar con la cruz de un hijo/a al cual no pueden alimentar, al cual no pueden cuidar, al cual saben será víctima de violaciones o abuso sexual, y la listas así, sigue y suma. ¿Y quién se hace cargo de esos problemas? ¿Quien le devuelve la vida a aquellas mujeres que han dejado todo por enfrentar los problemas de ellas mismas y de otros/as?
Por último, en Chile, no todas las mujeres quieren ser madres y es tiempo de entender que este rol no es una obligación.

Una mujer que decida hacerse un aborto, lo hará con ley o sin ley, mientras una mujer que por ideología decida no hacerlo, no lo hará con ley o sin ley. Sin embargo aquellas que no puedan pagar serán quienes mueran o quienes sean penalizadas, no todas.

La ideología de muchas/os o de pocas/os, no puede sobreponerse al derecho de una mujer de decidir sobre su cuerpo y sobre su vida y es necesario entender ya, en pleno siglo XXI que una mujer no es sólo un "envase", sino que es sujeto, sujeto de derechos, de derechos humanos, y que tiene la capacidad suficiente para pensar, optar, y tomar sus propias decisiones.

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